martes, 23 de marzo de 2010

Mi miedo más horrible

Esto es lo peor que me ha pasado en la vida, tengo algo así como 15 años, y he experimentado lo que es el sufrimiento, y no por razones vanas, o estúpidas, sino que por una verdadera razón. Yo iba caminando no recuerdo cuando, porque estando aquí se pierde la noción del tiempo, pero iba caminando con mis amigos, recuerdo a Sophia, mi mejor amiga, tenía 15 años, igual que yo, y recuerdo también a Joaquín, su novio, pero sobretodos recuerdo a Pablo, y esos hermosos e interminables juegos de miradas que teniamos, sin tener ninguna relación formal aún, recuerdo aquel día fatídico, recuerdo muchas cosas, pero no con precisión.
Ese día inicie con clase de Historia o quizás Lenguaje, lo sé porque estaba feliz. A mi lado se sentó Sophia y me saludo, atrás de nosotras se sentaron Beatriz y Daniela, otras de mis amigas, pero esa clase no tenía la intención de conversar.
Cuando terminó la clase, salimos al patio, como siempre, y ahí estaban Joaquín y Pablo esperando, era entendible que Joaquín aguardara por Sophia, pero que Pablo me esperara a mi, me hizo sentir llena de alegría, Sophia se lanzó a los brazos de Joaquín e ignoró a Pablo que me miraba y provocaba el rubor de mis mejillas, que lamentablemente destacaban porque soy pálida en extremo, lo salude tímidamente y me dijo que ese día no podría acompañarme a mi casa, como siempre lo hacía, yo me puse muy triste, pero le pregunté por qué intentando esconder mi decepción, porque ese día yo le iba a decir lo que sentía por él.
Pablo me respondió que saldría con sus amigos, porque uno de ellos estaba muy triste, yo lo comprendí, y al final del día, nos despedimos, él me dio un beso en la frente y yo lo bese en la mejilla, nos abrazamos fuertemente, y me miró a los ojos y nos besamos tiernamente en la boca, luego ambos nos sonrojamos, él se fue, y yo me di media vuelta también, esa fue la última vez que lo vi. Luego fui a buscar a Sophia para que me acompañara, con Joauín a mi casa, porque a mi mamá no le gustaba que me fuera sola. Cuando encontré a Sophia me dijo que esta vez no me podría acompañar porque debía acompañar a Joaquín a comprar ropa, así que llamé a mi mamá, pero no me contestó, me dio mucho cargo de conciencia haberla molestado así que me fui sola a mi casa.
Mientras caminaba las ocho cuadras que me quedaban, paré en un negocio y me compré un paquete de galletas, recordé el beso que nos dimos con Pablo y me sonroje de nuevo. Cuando me faltaban menos de tres cuadras un hombre comenzó a seguirme, me asuste mucho, porque soy muy paranoica, pero simplemente seguí los consejos de mi madre, lo ignoré y apuré el paso. De un momento a otro un auto se estaciono junto a mi, se bajaron dos hombres más y me golpearon un par de veces, y luego cuando desperté estaba en un galpón que nunca había visto, pensé en Pablo, no tenía idea cuantos días habían pasado, estaba muy confundida, quería correr, pero, aparte de estar amarrada, tenía una pierna lesionada, además tenía mucha hambre. Sentí el sonido de un auto estacionandose, y después escuché la puerta abrirse, quería gritar, pero estaba amordasada, abrí los ojos, y vi a tres tipos parados a mi lado, uno me pateó en las costillas y sentí que iba a morir, creí reconocer al menor de los hombres, era el que me había seguido en la calle. Pensé en mi mamá, en cuántos días habrían pasado, en mi papá, en lo destruido que estaría, ¿Cómo se encontrarían Sophia, Daniela y Beatriz?, ¿Les habrían dicho que no me encontraban?, que estaría pensado Pablo, ¿se sentiría culpable?, tenía ganas de decirle que no era su culpa, de decirle que lo amaba, de abrazarlo, de sentirlo cerca mio, extrañaba esos estúpidos y vanales juegos de miradas. De un minuto a otro uno de los tipos, el más anciano, gritó, ¡Ya se despertó!, sacándome de mi letargo. En seguida los tres me rodeaban, él más anciano se avalanzó sobre mí, era de aspecto desagradable, tenía algo así como 57 años, recuerdo su fétido aliento, era horrible. Comenzó tocándome la pierna, luego, con su otra mano me apretó los senos, era desagradable.
Cuando todo ya había sucedido, me sentía horriblemente adolorida. Me gustaría que Pablo hubiese estado ahí.
Ahora no sé lo que me sucede, no sé que día es, no sé cuanto llevo aquí, creo que he bajado algo así como quince kilos. Me siento fatal. Quiero morir, quiero morir, mamá lamento haberte desobedecido, papá lamento cada vez que pelié contigo, Pablo, te amo...