Recordaba cuando lo veía disfrutar en una montaña rusa... gritaba, y cuando bajaba me decía que yo también debería intentarlo...
Honestamente me daba mucho miedo hacerlo... pero por él lo hize.
Cuando bajaron los seguros temblaba, la frente me sudaba y los dientes chocaban entre ellos. Pensé que lo único que quería era bajarme, pero ante eso se impusieron las ganas de hacerlo feliz.
Al empezar no estaba tan mal, pero lentamente se fue poniendo peor... cuando el "juego" llego a la cima (o lo que yo pensaba era el final) comenzó de nuevo... pero esta vez en reversa, seguía con miedo... y no quería gritar por miedo a vomitar.
Cuando por fin termino me di cuenta que no había sido tan, pero taaaan terrible.
Nos bajamos y fuimos a comer algo, por lo menos él, porque mi estómago no me lo permitía.
Dias más tarde nos volvimos a juntar, esta vez fue en un parque cercano a su casa en el que hicimos lo que más me gusta hacer : Conversar.
Cuando él me hablaba me llevaba a otro mundo, me enseñaba, me decía qué debía hacer y qué no. Me aconsejaba, me ayudaba, pero nunca lo quise más que como a un amigo.
Con el tiempo nuestra relación se había fortalecido, eramos como hermanos. Un día me pidió que nos juntaramos, a lo que yo, obviamente accedí.
El lugar escogido para la reunión fue un café que quedaba cerca de una famosa tienda de ropa.
Cuando llegue, él me estaba esperando, yo me senté y empezamos a conversar (como siempre).
-Hola!- le dije.
-Hola- me dijo él un poco cabizbajo.
-¿Qué te pasa?- pregunté asustada.
-Es que tengo que contarte un par de cosas- dijo tratando de ocultar sus sentimientos (como siempre)
-¿Qué pasa?, tu sabes que puedes contar conmigo para todo- dije, creyendo que le trasmitía seguridad
-Es que ...- alcanzó a decir
-En qué puedo ayudarlos?- se alzó una tercera voz, educada y gentil, pero inoportuna.
-Yo quiero un capuccino- dijo él
-Yo prefiero un jugo de frambuesa- dije muy triste
-Enseguida se los traigo- dijo el tercero
-Bueno en qué estabamos- intenté retomar
-Lo que pasa es que... fui al médico-
-Y... ¿TIENES ALGO GRAVE?- grité asustada, todas las personas me miraron
-jajaja, no, pero siéntate, y no hagas escándalo- dijo
-Pero, entonces dime, ¿a qué médico fuiste?- pregunté acusándolo con la mirada
-Fui a un psiquiatra-
En ese momento el tercero volvió a interrumpir:
-¿Desean algo más?-
-No muchas gracias- dijo él
El tercero se había ido
-¿Qué tienes?- pregunté con los ojos vidriosos.
-Me diagnosticaron depresión- lo dijo mirando hacia el suelo.
-Pero eso está mal, tu no eres triste, para nada!, ¿qué dijieron tus papás?, ¿por qué no me contaste?, AAAH!- dije acozándolo en preguntas.
-Cálmate, es que hay algo que tu no sabes- dijo sin atreverse a mirarme
-¿Qué cosa?, dime ¡por favor!- dije muy alterada
-No te voy a decir si no te calmas- dijo tratandome como a una niña pequeña
-Esta bien, ya me calme- mentí
-Es que desde hace un tiempo mis padres discuten mucho, y un día mi padre tomó más de la cuenta, y me golpeó por intentar de defender a mi hermana y a mi madre- dijo, sún sin mirarme a la cara.
-Pero, ¿Por qué no me dijiste?- dije, con voz muy preocupada
-Es que, me habrías retado- dijo
-¿Por qué, si solo defendiste a tu familia o no?- dije
-No, luego de ese incidente fui al baño y con el cuchillo de mi hermano me corté los brazos y las piernas- dijo avergonzado
No podía creer lo que escuchaba, me largué a llorar, aunque trataba de ocultarlo, pero era obvio que él iba a percatarse, después de todo, me conocía a la perfección.
-Tranquilizate, por favor- me dijo con esa voz, que antes me había calmado
-¿Cómo quieres que me calme?- dije gritando
Salí corriendo, mientras escuchaba que él me gritaba... luego de correr por diez minutos con lágrimas en los ojos, me senté en una plaza, no podía parar de llorar aunque quisiera, pensaba en tantas cosas al mismo tiempo, que me confundía y lloraba con más intensidad, me dolía pero, quería volver para acompañarlo, pero por otro lado estaba mi orgullo y aunque me doliera no volvería atrás. Me calmé un poco y revisé mi celular, tenía cinco llamadas perdidas, una era de mi madre y cuatro de él.
Llamé a mi madre, pero no me contestó, es una mujer muy ocupada pensé.
Me sentía culpable, y sabía que había cometido un error,pero no iba a reconocerlo... así que esperaría un par de dias, y lo llamaría, después de todo, no iba a irse, ni moriría.