martes, 9 de noviembre de 2010

FUCKING EMO!

Subía y bajaba, al son de su columpio. Sentía frío y pena.
Quería morir en sus ideas, sumirse en un suicidio y no despertar jamás. Nunca lo logró.
Era tarde. De madrugada, nadie la buscaba
Suspiro, recuerdos, memorias,frío dolores, te amo!, te odio!... LLANTO.
No recordaba hace cuánto que no lloraba. Quizás años, meses... Quién sabía...
Probó una lágrima y rememoró su adolescencia... cuando discutiendo con sus padres... se encerraba horas y horas a llorar encerrada en su habitación porque no quería aceptar el hecho de que ella era diferente a las demás, que nunca sería igual. Tembló.
Extrañaba a su madre, cuando la acunaba en sus piernas que siempre olían igual que la cocina... y a su padre... que siempre tenía las manos sucias...

Pensó en su corazón... ¿Cómo estaría?...
Desarmado, estúpido órgano! NO SIRVES DE NADA!.
Puso su puño sobre su pecho, y con la determinación que llevaba en la sangre apreto la mano... y la empezó a hundir... hasta llegar a su corazón, que extrajo sin piedad...
Su pelo con hermosos risos se comenzó a alisar, sus ojos perdieron su brillo, sus uñas se tornaron amarillas, su piel perdió su característico color blanco para llegar a un gris claro, que todos detestaban.
Logró sacar su corazón, pero tuvo que repetir el procedimiento algo así como 10 veces porque el órgano estaba tan destrozado que tenía más de 1000 pedazos esparcidos por su pecho. Al final estaba convertida en un lago de sangre.
Las pecas que se agolpaban arriba de su nariz ya no estaban.
Ahora era una niña normal. Las cicatrices de las rodillas que tenía desde los largos viajes al campo con sus primos desaparecieron. No sentía nada. Tomó una bolsa de plástico y fue recogiendo los pedazos de su corazón que estaban esparcidos por todo el parque. Cuando terminó los quemo y botó las cenizas. El humo de la pira destellaba con un tono fucsia brillante y destellante... era lo que ella había sido hasta ese momento.
Nadie la estaba buscando, a nadie le importaba. La música seguía sonando en su aparato de música que había quedado bañado en sangre a un costado de la torre de humo.
Se puso el auricular... y SORPRESA! no sintió nada con las baladas más románticas, ni con la música más triste.
Simplemente era como escuchar el silencio.
Recordó la razón de estar así. Se dio cuenta de que desde que no tenía corazón le importaba cada vez menos. Hasta que al final no recordaba la razón de estar en esa plaza, ni porque tenía los ojos adoloridos. Miró su pecho y buscó su pulso. NADA. Completamente NADA.
Tomó su mochila e intentó recordar hacia donde debía ir. No lo recordó. Así que comenzó a vagar por la ciudad.
Vio el amanecer sentada en una banca, ubicada en un lugar en el que nunca había estado (claro que ella no lo sabía). El hecho no le conmovió en lo más mínimo.
Abrió su mochila. Encontró un cuaderno, lo comenzó a hojear: "Te amo, no lo olvides", "Creo que eres lo más lindo que he visto", "Perdón por no poder hacerte feliz", "Nuestro amor es eterno", "Simplemente te amo... " y cosas como esa.
Ella no lo entendió. Al final con mala caligrafía se leía: "Christian".
¿Quién es Christian?, preguntó sin intención de encontrar una respuesta.
-No lo se-, le contestó un muchacho moreno que se acababa de sentar al lado de ella.
Ella miró al pecho de él y tenía la misma cicatriz que ella.
-¿Qué haces aquí?- le preguntó
-No lo sé, creo que estaba sola- respondió ella- y tu?
-Igual- dijo- creo que había perdido a mi otra mitad.
-¿Qué es la otra mitad?-preguntó ella.
-Es aquella persona que puede hacerte sentir bien, y con la que no tienes problemas para hablar cualquier cosa o por lo menos eso dice aquí- y sacó de su mochila una libreta, muy parecida a la de ella- Está firmado por una Emilia, ¿La conoces?.
-No, creo- Tratando de recordad su propio nombre- No se nisiquiera como me llamo.
-Pobrecita, pasé por eso las primeras 10 horas-
-¿Hace cuánto que no tienes corazón?
-No recuerdo, solo desperte en la mitad de un parque.
-¿Y por qué te lo sacaste?-
-Creo que estaba solo, tenía miedo, y la persona más importante de mi vida me había hecho mucho daño, así que simplemente quería pagárselo olvidándome de ella.-
Ella no había parado de buscar en la mochila, hasta que encontró una billetera, en donde estaba una tarjeta que tenía un nombre y una foto de quién creía, era ella.
-Yo soy Emilia!-dijo.
-Tu eres a la que estoy buscando?-
-Debo serlo-
-Creo que te amo-
-¿Tu sabes cómo te llamas?-
-No, pero creo que acá hay una de esas- dijo señalando la tarjeta que sostenía ella.
Y se introdujo en su mochila negra... Hasta que obtuvo la preciada tarjeta.
-Yo soy Christian- inquirió.
-O sea que nos estamos buscando?-
-Parece que sí.
-Debe ser por algo- dijo ella
-En este cuaderno dice que tu me amas-
-Y en este cuaderno dice que tu me amas a mí-
-Creo que si te conosco- dijo él, recordando.
Y así los pequeños trozos del corazón fracturado de cada uno que había quedado en su organismo se unió a otro, y a otro, logrando así conformar un órgano muy pequeño.
-Creo que tu me hiciste daño- dijo ella.
-No lo sé, solo sé que tu forma de ser, me hace querer elevarte en mis brazos, hasta que clames por mi amor- dijo él, quién, aparentemente solo había dejado los trozos de amor en el corazón.
-Siento que tu me hiciste algo muy malo- dijo ella, que solo había dejado las partes dedicadas al odio y al daño.
-No importa, puedo arreglar cualquier error cometido, lo prometo... te amo Emilia!- juró él.
Derepente paró un bus del transporte público. Ella se subió. Jamás volvieron a verse.